Gesté a mi hija… y una nueva vocación
Fueron meses intensos, donde cada clase se reflejaba en mi vivencia, y cada experiencia personal me permitía comprender, desde adentro, la profundidad de lo que es convertirse en madre.

Ahí entendí que la maternidad no solo transforma el cuerpo, también reordena la identidad, remueve heridas, despierta miedos… pero también abre puertas al amor más profundo.

Me enamoré del posparto y de las madres
Desde entonces supe que quería dedicarme a acompañar a otras mujeres en este viaje:

En sus emociones invisibles.
En sus duelos no reconocidos. En su búsqueda de sentido y de sí mismas.

Mi profesión tomó un nuevo sentido. Desde una mirada más humana, más cercana, más viva.

Hoy, mi vocación sigue creciendo…
Desde aquel primer máster, no he dejado de formarme. Porque creo en una psicología viva, real, con raíces en la ciencia, pero también en la experiencia, la empatía y la presencia.

Acompaño desde el corazón y desde el conocimiento. Y lo hago porque creo profundamente en el poder transformador de maternar con consciencia, con apoyo y con amor.